Para todos los sacerdotes
Es un texto medieval. Se encontró en Salzburgo. El autor: un amanuense. Lo divulgó mosén Jordi Sans Vila, formador del Seminario de Barcelona, que lo vio escrito en la pared de un monasterio alemán. Dice:
- Un sacerdote debe ser muy grande y a la vez muy pequeño; de espíritu noble, como si llevara sangre real, y sencillo como un labriego;
- Héroe, por haber triunfado de sí mismo y hombre que sabe sufrir; fuente inagotable de santidad, y pecador a quien Dios perdonó;
- Señor de sus propios deseos y servidor de los débiles y vacilantes; uno que jamás se doblegó ante los poderosos y se inclina, no obstante, ante los más pequeños;
- Dócil discípulo de su Maestro y siempre dispuesto a servir. Pordiosero de manos suplicantes para los pobres y mensajero que distribuye los dones más grandes a manos llenas;
- Siempre animoso luchador en el campo de batalla y madre tierna a la cabecera del enfermo o de quien sufre y llora;
- Anciano por la prudencia de sus consejo, niño por su confianza en los demás; amante de lo humilde y aspirante a lo más sublime;
- El sacerdote: Debe ser hecho para la alegría. Ajeno a la envidia, transparente en sus pensamientos;
- Amigo de la paz, sincero en su decir, que con su vida nos muestre a Jesucristo.
Cuando lo leí pensé que se podría aplicar también al cristiano, en general. Sea, no obstante, una palabra de ánimo a todos mis amigos presbíteros. Vuestra misión es muy importante.
Ya mismo lo copio para tener este texto medieval de recordatorio.
Gracias y saludos cordiales