En memoria de Alfredo Arambillet
El 2 de febrero se cumplirá el primer aniversario del fallecimiento de Alfredo. Un año de ausencia de quien fue mi gran amigo desde nuestra juventud, con tantos proyectos llevados a cabo mano a mano durante todo este tiempo. Desde aquel fatídico día en el que Alfredo partió, las únicas palabras que he sido capaz de escribir sobre él fueron las que pronuncié durante su funeral:
Hoy nos reunimos para celebrar la vida de nuestro hermano y amigo Alfredo Arambillet. Somos muchos los que hoy llenamos esta iglesia y nos sentimos agradecidos a Dios por haberlo conocido y querido, por ser nuestro pariente o amigo, o por haberlo conocido en los muchos campos en los que él trabajó y colaboró. Cientos de personas más, en todo el mundo, han mandado mensajes de reconocimiento y cariño.
Como educador, trabajó de animador sociocultural y profesor de religión. Como cristiano, participó en las misiones populares vicencianas de la Congregación de la Misión e hizo una invaluable labor para promover la música cristiana en nuestro país y en América Latina. Fue una persona siempre cercana, siempre optimista, de trato cercano y sencillo, dedicando siempre el tiempo necesario a las relaciones personales.
Vivió su enfermedad con mucha serenidad y confianza en Dios. Durante los últimos años sufrió grandes pruebas, tratamientos y operaciones complejas; en ningún momento le oímos quejarse de su situación. Hasta el último momento mantuvo una confianza serena en Dios y vivió con paz las pruebas que tuvo que pasar.
Celebramos su vida, no su fallecimiento. Sentimos pena por la separación, pero vivimos su pascua con fe, y confiamos en que el Dios de la Vida le ha acogido ya en su seno misericordioso.
Partió al encuentro del Padre, de Jesús, a quien tanto quiso. Su pérdida nos entristece, sin duda; pero él no nos querría ver tristes. Los cristianos celebramos la resurrección, no la muerte. Por eso, en medio del dolor, vivamos este momento con una gran esperanza y consuelo de saber que su memoria y su obra van a continuar en nosotros, y que su ejemplo nos va a animar a vivir la vida con plenitud y alegría.
Conocí a Alfredo cuando vino al Seminario de los Misioneros Paúles, que entonces estaba en Astrabudúa, a pocos kilómetros de donde yo vivía. Él debía de andar por los 20 años, yo dos años menos. Congeniamos al instante; la música nos unió desde el principio. Yo andaba en mis primeros pasos como compositor e intérprete de música cristiana, y la admiración hacia Brotes de Olivo, Luis Alfredo y tantos otros fue un fuerte nexo que fraguó nuestra incipiente amistad. Aunque más tarde dejó el seminario y volvió a Pamplona, continuamos en contacto telefónico (Internet aún estaba en pañales entonces) y comenzamos a proyectar juntos, a ir a encuentros de música, a participar juntos en las misiones populares de los paúles…
En 1993 comenzamos, mano a mano, a dar forma a una productora musical. Los primeros dos trabajos discográficos que produjimos fue mi primer disco, «El rostro de Dios«, y el primero del grupo donde él cantaba entonces, Flamiz, disco titulado «Contamos con Jesucristo«. Era el tiempo del casette y los inicios del Compact Disk: entonces era bastante caro fabricarlos, así que hicimos un compact que reunía estos dos primeros trabajos, para ahorrar costos. Hasta donde yo sé, fue el primer Compact Disk de música cristiana que apareció en España. La primera tirada, de 500 ejemplares, se vendió en apenas unos meses.
A mediados de 1997, con la llegada de las conexiones domésticas a Internet —a velocidades que hoy nos parecen irrisorias y con el ruidoso modem de entonces—, no sé bien cómo pensamos en crear una página web para dar información sobre lo que estaba pasando en la música católica en español. Fue la primera web en España que se dedicaba a informar sobre la música católica contemporánea; aunque no conservo respaldo de aquella web, sí que recuerdo que fue algo muy básico, programada de acuerdo a los estándares HTML de la época.
En una entrevista de 2007, Alfredo rememoraba aquel tiempo así:
[El portal trovador.com] fue el primero en castellano y católico, al menos eso, y comenzó de manera humilde, con poca información pero con mucha ilusión; no había tampoco mucha gente conectada en aquel entonces. Era —y sigue siendo— como abrir un camino nuevo en un terreno poco explorado, toda una aventura. Nació siendo expresión de todo lo que es Trovador y a la vez que el resto, un medio de difusión, de comunicación, un sello discográfico, una revista, una distribuidora… El objetivo entonces y ahora es abrir una ventana desde la que asomarse a toda esta realidad de artistas y de arte cuyo trasfondo es la evangelización, ofrecer un espacio de encuentro, un punto de referencia desde el que hacer accesible cuanta información podamos sobre lo que hay en la red en estos temas y todo cuanto se está haciendo a un lado y a otro del charco.
(Entrevista a Alfredo Arambillet en Periodista Digital, el 22 de febrero de 2007)
El proyecto Trovador se fue consolidando gracias al apoyo de muchas personas que nos solicitaban ayuda, información, noticias, o que nos las daban. Pronto aparecieron más trabajos discográficos, un proyecto de revista sobre música católica contemporánea en papel (que fracasó), una web cada vez más completa, una tienda online…
Aunque físicamente nos viéramos poco, pues vívíamos a 150 kilómetros de distancia uno del otro, nunca faltaban ocasiones para encontrarse, proyectos de grabaciones que nos reunían en los estudios de grabación de los sitios más diversos, y siempre estaba el teléfono, luego el email, y más tarde otro tipo de recursos que progresivamente fueron apareciendo, Skype, el móvil, etc. Cuando no era él el que se acercaba a Barakaldo unos días, era yo el que me iba a Pamplona: la casa de sus padres, al principio, y luego la suya, fueron como mi segundo hogar. Su casa fue el centro de operaciones de Trovador, y enseguida se fue llenando de discos y materiales de la productora, hasta alcanzar casi la centena de producciones distintas, además de otras muchas en distribución. Mientras él se encargaba del reparto de los materiales a librerías católicas, yo me encargaba de programar la web y, ambos, de mantenerla actualizada y de producir y coordinar las nuevas producciones que íbamos publicando.
Mientras Alfredo trabajaba como secretario en varias parroquias de Pamplona, comenzamos un proyecto nuevo: «Con-cierto sentido», una programación de conciertos de música católica, uno al mes si no recuerdo mal, que se realizaban en Pamplona. Por la sala Mikael de Pamplona pasaron Migueli, Luis Alfredo, Luis Enrique Ascoy, Martín Valverde, Nico Montero, Brotes de Olivo, yo y tantos otros… El cambio de rumbo de su actividad laboral hizo imposible poder seguir adelante con esta labor, aunque seguimos organizando conciertos de música católica allá donde se pudiese.
Viví muy de cerca sus dificultades y sus ilusiones, su esperanza por encontrar una compañera que compartiese con él la pasión por Jesucristo y por evangelizar a través de la música… porque consideraba que la música católica debía ser un cauce para la evangelización:
La evangelización es un tema importante, la música sólo es un medio, privilegiado hoy día, con grandes posibilidades y generador de empatía comunicativa, pero medio; Jesucristo es lo central, si la música nos hace descubrirle y trabajar en la construcción de su Reino, si nos mueve a transformar lo que nos rodea y también nuestro interior, si nos ayuda a orar y expresarnos, a comunicarnos con Dios y a escucharle, a descubrirle en el otro y afinarnos con los demás… entonces es un buen medio. Hemos escuchado demasiados discursos, quizá nos hemos llenado de palabras en lugar de hacerlo de la Palabra, recibimos constantes bombardeos de información y todos ellos cargados de estética, la forma importa mucho hoy, la música es medio, forma, nos ayuda a interiorizar cosas, a sentirlas y necesitamos sentir.
La estética es un terreno en el que podemos tender puentes de comunicación hacia otras personas que rechazarían un rollo; el arte en general y la música en particular, son vehículo de una estética que nos trasciende, que nos habla de lo hermoso de lo maravilloso, de lo fascinante, del amor, de todo lo que nos desborda por su grandeza cuando nos atrevemos a pensar en Dios.
La música es importante en la evangelización porque evangelizar es poner notas a la vida y hacer que todo suene mejor.
(Entrevista a Alfredo Arambillet en Periodista Digital, el 22 de febrero de 2007)
A lo largo de más de treinta años de compartir ilusiones, proyectos, fe y vida, Alfredo fue un gran apoyo en mis propios proyectos personales y profesionales. Si había que echar una mano, allí estaba él para hacerlo. Mucho más allá de compartir un proyecto como Trovador, compartíamos la vida con todas sus alegrías y decepciones, sus éxitos y fracasos. Más que amigos, fuimos auténticos hermanos.
La enfermedad llegó como un mazazo que él supo llevar con esperanza. La operación de mandíbula para extirpar el cáncer, y el larguísimo postoperatorio y recuperación, fue un Via Crucis que Alfredo asumió con tranquilidad y fe. En los primeros momentos tras la operación, lo que más le contrariaba es no poder hablar. A pesar de su incapacidad para seguir trabajando como profesor, continuó con el resto de proyectos como si nada hubiese pasado.
Cuando, en 2016, parecía que todo se iba encaminando adecuadamente, nuevamente el cáncer llamó a sus puertas. El fatal desenlace no tardó en llegar, y el 2 de febrero de 2017 perdimos todos a un gran creyente, un animador jovial y un amigo sincero y disponible. Su Pascua fue repentina: ya sabíamos que su esperanza de vida era limitada, pero a finales de enero de 2017 tuvo que ser ingresado de urgencia por un agravamiento en su situación. Sus familiares me avisaron que fuese rápidamente, si quería verlo aún con vida. El miércoles, 1 de febrero, conduje hasta el hospital en Pamplona, donde reposaba en una habitación en compañía de algunos familiares.
—¿Qué tal, amigo?
—Pues ya ves, aquí, haciendo gasto a la Seguridad Social…
Pasamos la mañana hablando de nuevos proyectos y de algunos en curso. También quería que, al sábado siguiente, 5 de febrero, se celebrase «la fiesta de la Unción de los enfermos», en comunidad, con todos sus allegados, algo que no se pudo realizar debido al prematuro desenlace. Marché a comer al restaurante del hospital y cuando volví lo encontré inconsciente. Solo despertaría de nuevo por la noche para despedirse de sus familiares y amigos. Y la madrugada del 2 de febrero partió a la casa del Padre.
Que Dios le premie todo el bien que supo hacer durante su paso por esta tierra.
Dios misericordioso y lleno de amor por tus hijos,
ponemos en tus manos a nuestro hermano Alfredo.
Te amó tiernamente durante su vida;
ahora goza en tu presencia y te alaba
cantándote como lo hizo en la tierra.
Concédele la felicidad y la paz eterna,
recíbelo paternalmente en tu seno,
en donde ya no sufrirá dolor,
ni lágrimas ni penas,
sino únicamente paz y alegría
con Jesús, tu Hijo, y con el Espíritu Santo
para siempre. Amén.
Se acerca el aniversario luctuoso de mi querido hermano Alfredo Arambillet. ¡Cuánto le echo de menos!
En marzo 2007, nada más aterrizar en Barajas, llamó a mi mujer para decirle que me diera la bienvenida de su parte. No sé cómo se enteró que dejaba México definitivamente para venirme a quedar a España. Pero consiguió el número de mi mujer para mandarme ese mensaje. Fue la primera persona que me dio la bienvenida.
A los pocos meses me escribió para saber cómo estaba y ver de que forma podíamos liarla. Le dijo a Javier F. Chento que pasara a verme. Y pasamos una tarde-noche-madrugada hablando de miles de cosas de proyectos, sueños de música. A los pocos días, Javier F. Chento y Alfredo me pidieron que organizara un concierto con Luis Enrique Ascoy y Nico Montero. Y así empezó una relación de complicidad entre Trovador y Lolek Music. Ademas de mi amistad con mi querido Nico Montero.
A veces, me daba un poco de corte hablar con Alfredo por teléfono, porque era un no parar de hablar cosas, sueños proyectos, jejeje… nos emocionamos hablando de tantas cosas. Me asesoraba en muchos temas relacionados con la música, colaboramos en más de una vez en tantos proyectos.
Recuerdo la JMJ de Madrid. Además de mis actuaciones, me dediqué con él a visitar todos los conciertos a los que podíamos ir. Nos encontramos con gente maravillosa como Fray Richard, la Hermana Glenda, Marcelo Olima, Francisco Avelló, Daniel Poli, Mauricio Suárez, Armando Orozco, Juan José Alba, bandas brasileñas como Rosa de Sarón.
Vino ese mismo verano a pasar unos días por aquí en casa… nos lo pasamos genial hablando de tantas cosas.
Siempre que le pedía su ayuda ahí estaba desinteresadamente. En conciertos con Martín Valverde, en los Congresos de Música y Nueva Evangelización. Un día, hablando por teléfono, me contó de su enfermedad. Le quitó un poco de hierro, haciendo bromas, o diciendo que no era nada… pero sabíamos que era delicado. Todavía dio un poco de guerra viniendo a compartir al 2 Congreso de Música y Nueva Evangelización, junto a Fernando Salaverri. Él estaba feliz, en su salsa… Seguimos colaborando juntos en muchas cosas, hasta que un día un amigo en común me contó que el cáncer había regresado. Hablé con el inmediatamente… me contó que tenía muchas ganas de vivir y poco tiempo… siempre contando proyectos y cosas nuevas.
A principios de febrero, me enteré que su salud empeoraba… le escribí un mensaje de ánimo, me contestó… Recuerdo que, cuando me avisaron que acababa de fallecer, me quedé petrificado. No lo podía creer. Empecé a llorar muchísimo… me subí al coche para tranquilizarme… ¡Cómo me dolió su perdida! Hablé con su hermano y con Yoli… para dar mi pésame y el pésame de muchos amigos de América que me mandaban mensajes de ánimo para su familia.
¡Cuánto bien hizo mi amigo Alfredo en esta vida…! ¡Cuánto bien me hizo su amistad en vida! ¡Cuanto le echo de menos! No se puede entender la historia de la música católica en el mundo sin la figura de Trovador y de Alfredo Arambillet.
Te echo de menos, amigo.
Me enteré en su momento del fallecimiento de Alfredo, con consternación, no pensaba que hubiera estado enfermo. Lo conocí en mis andanzas por las distintas ediciones del Multifestival «DAVID» en que coincidimos. Debido a mi vinculación con el grupo BROTES DE OLIVO y la Comunidad «PUEBLO DE DIOS», en Huelva, tuvimos la suerte de coincidir en un encuentro de artistas cristianos, donde también estuvo Goico, su inseparable también del grupo FLAMIZ, allí estuvieron también ALBERTO & EMILIA, con algunos de sus hermanos. Estuvimos mucho en contacto por teléfono. En su momento lo recordé en mis oraciones.