Arte y provocación
En estos días he podido leer varias noticias sobre una escultura de Martin Kippenberger, creador alemán fallecido en 1997. La escultura en cuestión (la que se muestra en la imagen, una rana crucificada), y las noticias tienen que ver con las protestas en el ámbito católico por lo ofensivo de la misma, que aparece en una exposición en un museo italiano.
En los siguientes enlaces puedes leer varias noticias relacionadas:
- Desata polémica rana crucificada expuesta en Italia (de El Universal, México).
- Escultura polémica: una rana crucificada, con un huevo y una jarra de cerveza (de 20 minutos, España).
- La polémica rana crucificada (de El Mundo, España).
- El Papa condena la «rana crucificada» expuesta en un museo italiano (de ABC, España).
- Protestas por una rana crucificada (de El País, España)
Personalmente me parece una falta de respeto. Más allá de eso, la obra en sí me parece una estupidez.
Reconozco que lo del arte moderno me supera muchas veces. Pero, en este caso, no sé dónde está la estética en una rana verde con un taparrabos, un huevo y una jarra de cerveza, crucificada en una cruz de madera. No me parece digno ni de una tienda de «todo a cien», con todo mi respeto a dichos comercios.
¿Qué es el arte? «Se llama arte a las creaciones mediante las cuales el ser humano expresa una visión sensible en torno al mundo que lo rodea sea éste real o imaginario. El arte usualmente expresa ideas o emociones a través de recursos plásticos, lingüísticos o sonoros«. (Arte en Wikipedia).
Decía el filósofo Søren Aabye Kierkegaard que hay dos maneras de vivir la vida: la ética y la estética; esto es, una vida centrada en lo interior y lo absoluto, y la segunda, en lo externo y pasajero.
Como artista cristiano, muchas veces me surge la reflexión sobre cuál es mi búsqueda cuando creo música. Supongo que es un tema complejo y que tan sólo podemos perfilar, pero para mí el arte está íntimamente relacionado con la expresión de sentimientos, la creación, la estética y, también, la provocación y la búsqueda de Dios.
El ver la imagen de Kippenberger me trajo a la mente, no sé por qué, un canto de mi hermanos «Brotes de Olivo«; una declaración de principios para todo artista cristiano:
En el alma del cantor
No quiero cantar a Dios, si no hay brillo de Dios en mí.
Para cantar sin vivir, mejor que calle.
La fuerza del amor y la Palabra está en la exigencia de hacerlo vida.
No hay canto de Dios más fuerte y sereno,
que el latido del alma del cantor.
Si no vivo lo que pienso para qué pensar,
si no vivo lo que escribo para qué escribir,
si no vivo lo que canto para qué cantar,
si no vivo lo que siento para qué sentir,
si no vivo lo que escribo, lo que canto, lo que siento
mejor callar, mejor morir.
La canción pertenece al disco «Pueblo de Dios», de 1988. Puedes descargar toda la discografía de Brotes gratuitamente desde su Web. Si quieres descargar esta canción en particular puedes hacerlo desde este enlace: «En el alma del cantor MP3«.
Es Dios quien da sentido a nuestro arte. Más aún: es Dios quien da sentido a nuestra vida, y nuestra vida así se transforma en Arte. Nosotros somos la obra de arte, y nuestras creaciones son tan sóilo pálidos reflejos de la obra del Autor. La coherencia, que es como el resumen del canto de Brotes, no es algo accesorio: es lo fundamental.