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Una breve reflexión preelectoral

Una breve reflexión preelectoral

A un día de las elecciones europeas, de nuevo me encuentro en la disyuntiva de elegir en quién voy a confiar mi voto. Un tema que, como no puede ser de otra manera, me tomo muy en serio.

Mi primera reflexión ante el asunto de las elecciones democráticas (en este caso europeas) es mi natural escepticismo hacia la «clase» política.

Conozco unos cuantos políticos; algunos han tenido cargos importantes dentro de sus partidos o alcaldías. A varios de ellos les llamaría buenas personas, a alguno amigo. Discrepo, en general, con sus opiniones pero reconozco entre varios la capacidad de crítica, incluso «ad intra». Me une más el respeto mutuo que la comunión de ideas, pero valoro, y mucho, la honestidad… cuando existe.

En lineas generales, la clase política «alta» me parece mediocre. Muy mediocre. Me costaría encontrar un dirigente político nacional, ministro, presidente o ex-presidente, etc., al que considere de cierta altura1. De los partidos políticos actuales, me niego a ser bipolar: no todo es PSOE y PP, existen más opciones, minoritarias sin duda, pero ahí están y con opciones más cercanas a mi sentir.

Evidentemente, no cuelgo mi cristianismo a la hora de elegir representantes políticos. Muy al contrario, me parece importante contar con políticos que defiendan una serie de valores de inspiración cristiana y universal: el valor de la vida, la solidaridad, la lucha por los empobrecidos…

No voy a decir a quién votaré. Tengo claro a quién no voy a votar, sin duda: a quien no defiende estos valores que acabo de decir. Comenzando por el derecho a la vida, que tan presente está últimamente en los noticieros «gracias» a la reforma de la ley del aborto. Y, como para mí, éste no es un tema baladí, ya saben a quién no voy a dar mi confianza. A los unos por promover una ley más amplia del aborto y a los otros por su tibia y pusilánime postura, en tierra de nadie, tanto en la oposición como en el gobierno, cuando estuvieron. De los terceros en discordia nada que comentar: ya viven su propia desintegración. Los cuartos y quintos en adelante ya son los mínimos.

Seré un voto minoritario. No me molesta. Defiendo lo que creo y creo lo que defiendo.

Ayer me preguntaba un amigo: «Pero, ¿existen partidos cristianos?«. Y estuve tentado de responder que sí. Pero maticé: existen partidos que toman en su programa aspectos de la doctrina y moral cristiana, particularmente de la Doctrina Social de la Iglesia. Pero, como decía la Gaudium et Spes:  ningún partido político puede agotar en sí mismo la Doctrina Social de la Iglesia.

No me molesta vivir en una sociedad laica. Creo que hay un «laicismo positivo» que nos enseña, también, a vivir más alertas y a respetarse mutuamente, en una sociedad pluricultural, abriéndose al otro sin fanatismos.

Con relación a esto, ayer leía que el presidente de la asociación «Europa laica» dijo en una entrevista que están denunciando la presencia de símbolos religiosos en centros electorales. Me imagino que pensando en los colegios electorales que se erigen en colegios educativos religiosos, por ejemplo. Y yo pensé: «cedo ‘mi’ casa para hacer una reunión, ¿y quieres que quite los cuadros familiares para que nadie se ofenda? Para eso búscate otro sitio, chaval, y no vayas molestando«. Es más: cuando el símbolo religioso esté tallado en la piedra de la entrada del colegio, ¿qué habrá que hacer? ¿Derruirlo? La excusa que ponía el descerebrado es que el crucifijo se había convertido casi en un signo político de derechas, concretamente pepero. ¡Qué pena! Acto seguido, veo la celebración interconfesional en Notre Dame por las víctimas del accidente aéreo del AF-447 en la laica Francia, con la presencia del presidente Sarkozy. ¿Puedo imaginar algo semejante en mi país? Sin comentarios.

Tengo la sensación de que habrá bastante abstención mañana. Veremos si me equivoco.

Notas:

  1. De hecho, nadie me viene a la cabeza a bote pronto; quizás Adolfo Suárez, en su tiempo, por lo difícil que lo tuvo y por cómo ayudó a asentar la democracia en España.

Sobre el autor

Javier

Laico vicenciano, afiliado a la Congregación de la Misión y miembro de la Sociedad de San Vicente de Paúl. Gestiona y mantiene varias páginas web cristianas y vicencianas, incluida la Red de Formación "Somos Vicencianos", de la que es cofundador. Es también coordinador de la Comisión de Comunicaciones Internacional de la Familia Vicenciana. Como músico católico, ha editado varios discos. Es director y cofundador de Trovador, una reconocida compañía discográfica católica de España. Graduado en la Universidad Oberta de Catalunya con cuatro grados (Asistente de dirección, Gestión Administrativa, Recursos Humanos y Contabilidad Avanzada). Bilíngüe Español/Inglés. Trabaja en las Tecnologías de la Información, ofreciendo servicios de alojamiento, diseño y mantenimiento Web, así como asesoramiento, formación y soluciones informáticas, gestión documental y digitalización de textos, edición y maquetación de libros, revistas, flyers, etc.

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