Trabajando por el Reino de Dios en Haití
Con la cercanía de la Navidad, sor Adelina Gurpegui, Hija de la Caridad en Bolivia, nos manda a familiares y amigos una cartita de sus andanzas misioneras por América Latina, donde esta navarra lleva ya muchísimos años entregando su vida a los más pobres.
Con la voz de quien vive la pobreza diariamente, sus palabras nos estremecen y nos llaman a la conversión. Después de unos meses en una labor extraordinaria en Haití, nos cuenta su experiencia:
Muy queridos familiares y amigos:
Este año la felicitación de Navidad, además de llegar tarde, tiene un sentido muy especial. El Señor me ha concedido la gracia de volver a Haiti, después de 26 años. Tanto la Comunidad de mis Hermanas como la gente pobre, miserable que entonces dejé, me han recibido con los brazos abiertos y se han volcado en preparar encuentros festivos en los que pudiéramos disfrutar la alegría del reencuentro. He quedado sobrecogida. Solamente guardan en su memoria las buenas cosas que hemos hecho juntos, tanto que hemos trabajado y disfrutado. Los errores, como Jesús con nuestros pecados, los han borrado generosamente. El último encuentro ha sido a mi paso por Miami, se han comunicado los emigrantes con los que trabajé y vinieron a buscarme al Aeropuerto para celebrar juntos el encuentro.
Pero vengo con el corazón encogido por la pena al ver la verdadera realidad de miseria en que se encuentra el país. Varios han muerto, víctimas de la política o de enfermedades, la mayoría viven en la miseria, haciendo frente cada día a la supervivencia. Los menos tienen trabajo, todos bendicen al Señor por la oportunidad que les dimos de aprender algo con que defenderse. Era conmovedor escuchar sus testimonios. Han pasado en la misión varios años de persecución de angustia y de muerte.
En la Ciudad de Gonaives estuve el primer mes. Los repetidos ciclones han dejado una ciudad fantasma y destruída que dificilmente saldrá de su letargo. Muchas casas fueron arrancadas desde sus cimientos y arrastradas a pedazos, otros barrios inundados de agua y barro, donde perdieron todas sus pertenencias. Los que salvaron la vida, subidos a tejados mas altos o refugios sólidos improvisados han tenido que comenzar de 0 y en gran parte alojados en casa de parientes o personas de buen corazón, que ya no pueden acogerlos por mas tiempo. Mas de 500 personas murieron en esta ciudad, aunque debido a la diáspora no se pueden contabilizar. En un primer momento la solidaridad ha sido patente, pero ahora, la miseria les hace aparentemente egoistas «sálvese quien pueda» es la divisa lógica. Muchas casas continuan enterradas. Quisieran venderlas para ir a otro lugar, pero no hay quien compre, ya es la 3ª vez que han sido invadidos.
La Escuelita de las Hermanas cayó en el centro de la inundación. Todos ayudaron a sacar el barro, hasta los mas pequeñitos, pero sabían que tendrían su recompensa, en cabio, fuera, nadie sabe donde han quedado las ayudas internaciones. No hay agua ni luz, el calor, el polvo del barro que va secando, la suciedad acumulada, son los ingredientes oportunos para toda clase de infecciones. MAMORE respondió a la llamada urgente pagando la construcción de una casa donde instalar una depuradora de agua que nuestros superiores regalan para la escuela y el barrio. Los proyectos tardan mucho en aceptarse, van muy despacio y las respuestas a las demandas urgentes han de ser rápidas. El una capillita al lado de la Escuela es donde instalamos una clínica de urgencia. Cada mañana nos veíamos en la triste necesidad de repartir 150 números para la atención, pero mas de 500 personas esperaban desde las 2 y 3 de la mañana con lo que cualquier reparto termina en verdaderas peleas. En un mes hemos atendido 3.500 personas en consulta y donado las medicinas, es lo que querían porque nada pueden comprar. El Hospital de la Villa está destruído y parece hay proyecto para la construcción de uno nuevo, pero…¿cuando?.
En medio del desastre, en nuestra Comunidad, la solidaridad ha sido palpable. De Puerto Rico llegaron 2 antiguas compañeras con un contenedor, medicinas, dinero de la gente generosa. Hemos hecho frente a la situación con corage, amor y humor, propio del país. Hemos disfrutado juntas la alegría del servicio y no faltaban bromas y chistes. El pueblo haitiano siempre responde al sufrimiento con…»Bondié bon, li kon sa lap fe»= el Señor es bueno, sabe lo que hará. Si han superado la situación es gracias a su corage y capacidad de sufrimiento, pero el hambre y el desempleo imperan en Haití. Lo mas triste es que no se ve futuro. Los carros llenos de soldados con sus metralletas del «Cuerpo de Paz de la ONU» recorren las calles sin cesar, pero ya están habituados a su presencia, aunque no se sabe que hacen, porque el pillage, la corrupción y los secuestros son continuos y quedan impunes. Muchos religiosos y cualquier persona que saben tiene trabajo o mejor posición está en riesgo se ser secuestrada para conseguir dinero.
Haití es un pueblo resignado, alegre, en continua espera de su liberación. Que esta Navidad les traiga un poco de alegría y nosotros, desde cualquier lugar, nos uniremos con la oración a Jesús que vien para TODOS.
Un fuerte abrazo.
Sor Adelina Gurpegui