Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales
La Iglesia vive hoy la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, que se celebra todos los años en el domingo de la Ascensión. Su génesis está en 1967, en el decreto «Inter Mirifica«, del Concilio Vaticano II, que dio carta de presentación a este evento, cuando apuntaba que «para mayor fortalecimiento del apostolado multiforme de la Iglesia sobre los medios de comunicación social, debe celebrarse cada año en todas las diócesis del orbe, a juicio de los obispos, una jornada en la que se ilustre a los fieles sobre sus deberes en esta materia, se les invite a orar por esta causa y a aportar una limosna para este fin, que será empleada íntegramente para sostener y fomentar, según las necesidades del orbe católico, las instituciones e iniciativas promovidas por la Iglesia en este campo» (nº 18).
Hace más de 40 años, cuando se escribió este texto, Internet no era más que un sueño que no se haría realidad hasta varios años después. Su popularización, apenas hace 20 años, siendo generosos. Está claro que la introducción de Internet en la vida cotidiana ha sido uno de los hechos más significativos a la hora de «democratizar» el acceso a la información, y que ha convulsionado las estructuras tradicionales informativas, sean éstas escritas (periódicos, principalmente) o audiovisuales (radio, televisión).
Internet se ha introducido en los hogares como una herramienta más, y el ordenador es un aparato que se une a la omnipresente televisión entre los equipamientos «básicos» en casi todos los hogares de mi país. No así en otros muchos países del orbe, donde el acceso a Internet es complicado, bien por cuestiones económicas, bien porque el gobierno de turno «capa» la información que no es de su cuerda.
Personalmente no tengo la menor duda de que Internet es un gran medio para distribuir información; en cristiano, también, para anunciar a Jesucristo, para saber «dar razón de nuestra fe» y hacerla razonable.