Un milagro en la abadía de Westminster
La Abadía de Westminster o Iglesia colegiata de San Pedro de Westminster es una iglesia gótica del tamaño de una catedral. Es la sede principal de la comunión anglicana en el mundo. Se alza en una imponente vecindad, al lado del Palacio de Westminster, con la afamada torre del Big-Ben.
En el frontispicio oeste de la abadía se puede observar, desde su restauración en 1998, diez estatuas de cristianos mártires del siglo XX, personas que entregaron su vida por la Fe. Sorprende gratamente que, entre ellos, se encuentren creyentes de distintas denominaciones: luteranos, anglicanos, católicos, presbiterianos, baptistas, etc. «Buscábamos figuras que fueran representativas de las distintas iglesias cristianas y de todas las regiones del mundo donde los cristianos han sufrido opresión», dijo entonces Anthony Harvey, canónigo de la abadía de Westminster. «En algunas regiones la elección era fácil, como el caso de Martin Luther King o el arzobispo Óscar Arnulfo Romero, pero en otras zonas tuvimos que consultar a la iglesia local. Por ejemplo, cuando le pedimos información a representantes de la iglesia de Sudáfrica, no titubearon, e insistieron que Manche Masemola era el símbolo más representativo del sufrimiento soportado por algunas personas en nombre de Cristo. Por supuesto que no ha habido época de la historia en la que alguna persona en algún lugar del mundo no haya preferido morir en lugar de renunciar a su fe o asociarse con el poder represor y la tiranía. No obstante, el siglo XX, que ha sido el más violento de la historia, ha producido una larga lista de mártires, que supera la de cualquier otro periodo. ¿Quién sabe cuántos cristianos murieron bajo el régimen de Stalin o de Hitler, o durante la Revolución Cultural de China?»
Maravíllate conmigo en la belleza del recuerdo a estos campeones de la Fe, unidos ahora, más allá de sus denominaciones, en el frontispicio de un templo cristiano. Ojalá sea una metáfora de lo que, pronto, ha de venir: el tan rezado ecumenismo, la unión de quienes seguimos a Jesucristo.
La abadía es un destino inexcusable para todo buen turista de Londres. En esta imponente iglesia, erigida primero por Eduardo el Confesor en el siglo XI, y llevada a su estilo gótico doscientos años después, han sido coronados siempre los soberanos de Inglaterra, y aquí están enterrados muchos de ellos, compartiendo honores con músicos como Händel y Purcell, escritores como Chaucer, Dickens y Thomas Hardy, actores como sir Lawrence Olivier, y científicos como Isaac Newton. […]
En el frontispicio occidental de la abadía, detrás de la reja implacablemente clausurada, el ojo registra los ornamentos sabidos de las iglesias góticas, sin faltar, encima del portal en ojiva, la galería de nichos que guardan siempre estatuas de santos cuyos relieves han venido desgastando los siglos, santos cuyos nombres resultará siempre difícil, o tedioso, averiguar. Sin embargo, estos santos, tras un rato de examen, atraen la atención porque a pesar de que el trabajo del cincel sobre la piedra parece igualarlos a todos, es posible notar que sus indumentarias no parecen medievales.
Algunos de ellos llevan túnicas, y sotanas; es cierto, otros lucen mitras de obispos, y alguna de las santas, hábito de monja. Pero hay una mujer vestida con túnica hindú con la mano sobre el parche de un tamboril, y otra en atuendo africano; hay otro de turbante, con un libro abierto sobre el pecho; otro, que muestra el nudo de una corbata del siglo XX por encima del cuello de una vestidura talar; otro, con rizado cabello afro, en el pecho desnudo una cruz. Y otro en, fin, que carga en sus brazos al Niño Jesús, lleva anteojos de grueso marco.
¿Qué «santos» son estos? Una tabla cercana a la reja lo explica al visitante distraído: son santos del siglo XX, que el arzobispo de Canterbury, cabeza de la iglesia anglicana, decidió entronizar en 1998 en esos diez nichos que estuvieron vacíos por varios siglos, en una ceremonia en la que estuvo presente la reina de Inglaterra. Mártires, explica la tabla; la iglesia anglicana, desprendida en el pasado de la iglesia católica, no canoniza. Las estatuas son obra del escultor Tim Crawley, y fueron labradas en piedra de Richemont, traída de Francia.
- Maximiliano Kolbe, sacerdote polaco muerto en el campo de concentración de Auschwitz.
- La de atuendo africano es Manche Masemola, de la tribu Pedi, asesinada a los 15 años de edad en 1928 en Sudáfrica, por sus propios padres, adversos a su fe.
- Y también está Janani Luwum, obispo de Uganda, víctima del dictador Idi Amín.
- La religiosa Elizabeth de Hesse-Darmstadt, que tenía el título de duquesa, ejecutada por los bolcheviques en Rusia en 1918.
- El de corbata, es el reverendo Martin Luther King, fundador del movimiento de Derecho Civiles en Estados Unidos, asesinado en Memphis en 1968.
- El que lleva anteojos y carga al niño Jesús, es Óscar Arnulfo Romero, Arzobispo de San Salvador, asesinado el 24 de marzo de 1980 por la bala de un francotirador a sueldo de conspiradores, mientras oficiaba misa temprana en la capilla del asilo de leprosos donde vivía.
- Dietrich Bonhoeffer, ejecutado en la cárcel, víctima de los nazis.
- Esther John, enfermera cristiana paquistaní, asesinada en 1960.
- Y el del pelo afro es Lucian Tapiedi, asesinado en 1942 por las tropas japonesas que invadieron Papua, Nueva Guinea, junto con centenares más.
- El del turbante es Wang Zhiming, ejecutado en 1973 durante la revolución cultural, en Wuding, en la región de Yunnan, en China.
Todos ellos eran cristianos de distintas denominaciones, pero en esta galería han sido juntados por el martirio, y precisamente por haber sido todos ellos cristianos, consecuentes con su fe, y comprometidos con sus convicciones humanistas y su entrega a los demás, hasta el final.
Monseñor Romero está en nuestros corazones y siempre lo estará y aunque no lo canonicen en el Vaticano, nosotros sí lo haremos en nuestras mentes porque fue un santo para El Salvador, para América y el mundo entero… que Dios los bendiga
Monseñor Romero, santo de El Salvador y el mundo entero.
Tengo 42 años de edad, mi hija tiene 12 de igual forma que yo admiro y recuerdo a Monseñor mi hija lo tiene en sus sentimientos y corazon.
Monseñor Romero vivira en nosotros por siempre………
La esperanza de amor y cambio que nos profetizo se cumplira
San Salvador 12 de marzo 2009
En nuestros corazones, es San Romero del mundo.