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Menos palabras y más solidaridad

Menos palabras y más solidaridad

Provoca escándalo y decepción la situación alimentaria mundial. Dentro de los objetivos de desarrollo del milenio, la ONU se propuso erradicar la pobreza para 2015, cosa ya no harto improbable, sino de todo punto imposible. Y no porque no haya medios para conseguirlo, como indicaba en una entrada apenas hace unas semana, sino porque no hay voluntad y la mediocridad campa a sus anchas entre nuestros dirigentes mundiales.

Leer los objetivos de desarrollo del milenio, en este sentido, es ver cómo los dirigentes, sin pudor alguno, son capaces de hacer los más quijotescos brindis al sol sin que luego les afecte en absoluto en planes concretos que los pongan en práctica. La solidaridad, palabra tan prostituída. ha pasado del orden moral a ser un mero indicador buenista en los programas políticos, pero con poca concreción práctica.

No obstante, los seres humanos siguen empecinados en morirse de hambre en el mundo.

Ya que he mentado los objetivos de desarrollo del Milenio, voy a indicar cuáles son:

  1. Erradicar la pobreza extrema y el hambre. Reducir a la mitad el porcentaje de personas cuyos ingresos son menores a un dólar diario. Alcanzar el pleno empleo productivo y trabajo decente para todos, incluyendo a las mujeres y las y los jóvenes. Reducir a la mitad el porcentaje de personas que padecen de hambre.
  2. Lograr la enseñanza primaria universal. Asegurar que todos los niños y niñas completen un ciclo completo de enseñanza primaria.
  3. Promover la igualdad entre los géneros y el empoderamiento de la mujer. Eliminar la disparidad de género en la educación primaria y secundaria, preferentemente para el 2005, y en todos los niveles educativos a más tardar para el año 2015.
  4. Reducir la mortalidad infantil. Reducir en dos terceras partes la mortalidad de niños y niñas menores de 5 años.
  5. Mejorar la salud materna. Reducir la mortalidad materna en tres cuartas partes. Lograr el acceso universal a la salud reproductiva.
  6. Combatir el VIH y SIDA, el paludismo y otras enfermedades. Detener y revertir el avance del VIH y SIDA. Reunión de Alto Nivel, Naciones Unidas, Nueva York, 25 de septiembre de 2008. Lograr para el 2010 el acceso universal al tratamiento para todos aquellos que lo necesiten. Detener y revertir la incidencia de paludismo y otras enfermedades.
  7. Garantizar la sostenibilidad del medio ambiente. Integrar principios de desarrollo sostenible en las políticas y programas de cada país, revertir la pérdida de recursos ambientales. Reducir la pérdida de biodiversidad, alcanzando en el 2010 una reducción significativa en la tasa de pérdida. Reducir en un 50% el número de personas que carecen de acceso a agua potable y saneamiento. Mejorar la calidad de vida de al menos 100 millones de habitantes de barrios de tugurios para el 2020.
  8. Fomentar una asociación mundial para el desarrollo. Desarrollar un sistema comercial y financiero multilateral abierto, equitativo, basado en normas, previsible y no discriminatorio. Atender las necesidades especiales de los países menos desarrollados, países sin salida al mar, y pequeños estados insulares en desarrollo. Enfrentar de manera general la deuda de países en desarrollo. En cooperación con la industria farmacéutica, asegurar el acceso a medicamentos esenciales asequibles en los países en desarrollo. En cooperación con el sector privado, hacer accesibles los beneficios de las nuevas tecnologías, especialmente de las tecnologías de la información y de las comunicaciones.

Muy bonitos, ¿no? Pero, ¿realmente alguien cree que hay voluntad para afrontar todos estos retos para el 2015? A los ochos años desde que 189 países del mundo firmaron este acuerdo en la ONU (fechado en septiembre de 2000), han habido suficientes progresos como para ser optimistas?

Desafortunadamente la realidad es terca y desautoriza a nuestros gobiernos. No sólo no ha mejorado la situación, sino que ha empeorado. Millones de nuevos hambrientos se suman cada año a los listados.

Hay que ser firmes y claros al decir las cosas. Hay pobres y hambrientos porque hay ricos y saciados en exceso. Hay muerte y desesperanza porque el hombre del mundo desarrollado no quiere compartir. Hay declaraciones de este tipo porque la realidad se impone, y es más fácil firmar papeles que ponerse manos a la obra. Así:

75 millones de hambrientos más en un mundo que produce alimentos para el doble de sus habitantes

Con motivo del Día Mundial de la Alimentación, “Derecho a la alimentación. Urgente” denuncia que 923 millones de personas pasan hambre y desnutrición en todo el mundo. 75 millones más que el año pasado, pese a que el mundo es más rico que nunca y que las cosechas de 2007 han batido récords.

Tanto la crisis financiera internacional como la crisis alimentaria que asola los países en desarrollo enraízan en una misma causa: el fracaso del actual modelo de desarrollo, fundamentado en la liberalización de la economía, la relegación de los estados a un papel secundario y la imposición del comercio como un fin en sí mismo y no como un medio para mejorar las condiciones de vida de las personas.

El número de personas hambrientas ha pasado, en el último año, de 854 millones de personas a 923 millones. 75 millones de personas hambrientas más. Detrás de este incremento está la subida del precio de los alimentos, que fue, de media, del 52% entre 2007 y 2008. Algunos productos básicos como el arroz sufrieron un incremento de más del 200%. El aumento de los precios de los alimentos no se debe a la falta de producción, ni a la reducción de las cosechas por el cambio climático o a la influencia de los agrocarburantes: las cosechas de 2007 han batido récords mientras que la producción de carburantes de origen vegetal compite con la de productos alimenticios en el uso de los recursos “agua, tierra, semillas- pero no provoca el descenso de la producción.

Las razones del incremento de precios, por tanto, hay que buscarlas en las políticas agrarias de las últimas décadas, centradas en la rentabilidad comercial de los alimentos, en lugar de en garantizar el derecho a la alimentación, y en la especulación financiera en mercados de futuro y fondos de inversión con los alimentos.

Tomado de la Web «Derecho a la Alimentación»

En el 2015 estaremos igual o peor. Y, si no nos ponemos manos a la obra en serio y con compromiso, a finales del milenio los objetivos seguirán vigentes.

Una escueta lectura cristiana para terminar: Mateo 25, 31-40. Te invito a abrir tu Biblia y leerlo con tranquilidad. Está claro que Jesús no se anda con medias tintas. ¿De qué lado nos ponemos nosotros?

Sobre el autor

Javier

Laico vicenciano, afiliado a la Congregación de la Misión y miembro de la Sociedad de San Vicente de Paúl. Gestiona y mantiene varias páginas web cristianas y vicencianas, incluida la Red de Formación "Somos Vicencianos", de la que es cofundador. Es también coordinador de la Comisión de Comunicaciones Internacional de la Familia Vicenciana. Como músico católico, ha editado varios discos. Es director y cofundador de Trovador, una reconocida compañía discográfica católica de España. Graduado en la Universidad Oberta de Catalunya con cuatro grados (Asistente de dirección, Gestión Administrativa, Recursos Humanos y Contabilidad Avanzada). Bilíngüe Español/Inglés. Trabaja en las Tecnologías de la Información, ofreciendo servicios de alojamiento, diseño y mantenimiento Web, así como asesoramiento, formación y soluciones informáticas, gestión documental y digitalización de textos, edición y maquetación de libros, revistas, flyers, etc.

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